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Cómo los ‘think tanks’ pueden contribuir a un futuro mejor

Los centros de pensamiento están llamados a desempeñar un papel aún más importante del que han tenido en el pasado en la aportación de diagnósticos y soluciones, desde el rigor y la independencia

La revolución tecnológica es uno de los mayores retos de las sociedades contemporáneas. En la imagen, servidores en el centro de datos de Google en The Dalles, Oregón. / EP
La revolución tecnológica es uno de los mayores retos de las sociedades contemporáneas. En la imagen, servidores en el centro de datos de Google en The Dalles, Oregón. / EP

Vivimos tiempos convulsos. La aceleración del cambio climático, la extensión de la inteligencia artificial y la globalización imparable han caído como rayos sobre nuestras sociedades, abriendo oportunidades para muchos, pero también generando miedos. Hace pocos años la mayoría de la población negaba la existencia de un cambio climático. Hoy en día únicamente el 6% de los ciudadanos se declara negacionista. La lucha para reducir las emisiones de CO2 ya no sólo es un asunto prioritario para los más jóvenes: la urgencia por dar con soluciones lo antes posible se extiende ahora entre aquellos que hace décadas ni sospechaban lo que se les venía encima.

Ya hay un tercio de la población que cree que el cambio climático pondrá fin a la vida humana tal y como la hemos conocido. Hay alarma social, que se traduce también en una intensificación de la acción ciudadana para frenar las emisiones y descarbonizar las ciudades. En el día a día, cada vez se hace más por adquirir buenos hábitos, pese a que la opinión pública señala sobre todo a gobiernos y empresas como principales responsables a la hora de abordar esta crisis.

Por si fuera poco, las sociedades contemporáneas afrontan nuevos retos. El avance veloz de las tecnologías digitales y la robotización generan esperanzas. Muchos son los que creen que tendrán un impacto positivo sobre la economía, pero también hay mucho miedo a que los robots y la inteligencia artificial destruyan empleos: nueve de cada diez personas creen que se destruirán más trabajos de los que se van a crear. Con una tradición de altas tasas de paro, España es el país más pesimista de la Unión Europea en lo que respecta al impacto de la automatización.

En este contexto de turbulencias, es más necesario que nunca acercarse a los problemas de la sociedad

La crisis climática y la revolución tecnológica se producen en un contexto de creciente globalización que asusta también a muchas personas. Estamos a la cola de los países europeos con opiniones positivas sobre la globalización. Por supuesto, los ciudadanos reconocen que traerá muchas cosas buenas, que la economía española crecerá más, pero también se prevén daños. La mayoría está convencida de que con la globalización aumentarán aún más las desigualdades sociales: la sociedad visualiza un futuro de ganadores y perdedores.

En este contexto de turbulencias, es más necesario que nunca acercarse a los problemas de la sociedad. Y hacerlo con las luces largas, lejos del cortoplacismo que en muchas ocasiones impone la política. En esta tarea, los centros de pensamiento están llamados a desempeñar un papel aún más importante del que han tenido en el pasado en la aportación de diagnósticos y soluciones.

Desde el rigor y la independencia, los think tanks se sitúan en condiciones óptimas para contribuir en la construcción de un futuro mejor. Es por ello que debemos celebrar otro año más que varias instituciones de nuestro país, entre ellas la Fundación Alternativas, se sitúen entre los mejores think tanks del mundo en el ranking de la Universidad de Pensilvania.

* Belén Barreiro es presidenta de 40dB y patrona de la Fundación Alternativas

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