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La repetición electoral vuelve la abstención más decisiva que nunca

Algunos expertos aventuran que la desmovilización castigará más a la izquierda

Lucía Abellán
Un votante en las elecciones generales del pasado 28 de abril en un colegio de Madrid.
Un votante en las elecciones generales del pasado 28 de abril en un colegio de Madrid.Álvaro García
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How abstention could affect the results of a repeat Spanish election

La frustración que pueda generar en los votantes enfrentarse a unas elecciones generales por cuarta vez en cuatro años constituye la gran incógnita ante el 10 de noviembre. Una abstención significativa puede alterar mucho el resultado si se concentra en los partidos de un solo bloque (izquierda o derecha). Algunos expertos aventuran que la desmovilización castigará más a la izquierda, pero otros perciben una distribución más equilibrada entre los dos polos ideológicos.
Sin nada significativo que haya ocurrido en España desde el pasado 28 de abril, los partidos centrarán buena parte de sus esfuerzos electorales en señalar con el dedo al adversario que consideren responsable de la repetición electoral. Los líderes políticos ya ofrecieron este martes alguna pista de esta estrategia en las comparecencias que realizaron tras las consultas con el Rey. Los partidos se juegan mucho en ese análisis. Porque el electorado puede tener la tentación de castigar al líder al que atribuya mayor responsabilidad en el fracaso de la investidura de dos formas: cambiando de papeleta o absteniéndose.

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El único precedente de repetición electoral (en junio de 2016 tras la falta de resultados que arrojó la convocatoria de diciembre de 2015) ya reveló un descenso de la participación, aunque no dramático: del 73,2% al 69,8% de los votantes. La desmovilización puede ser mayor ahora, aunque su efecto solo será significativo si castiga más a unos partidos que a otros. “En general, vemos una desafección mucho mayor ahora y está distribuida de manera uniforme entre izquierda y derecha. La duda es si esa tendencia se va a mantener en los próximos días”, reflexiona Belén Barreiro, directora de la empresa de demoscopia 40dB.

Esa apatía para volver a las urnas por la falta de entendimiento entre partidos afectará más a los jóvenes, según esta experta. En la última convocatoria electoral, en abril, ese segmento de la población se movilizó de manera excepcional y votó mayoritariamente al PSOE. Pero Barreiro insta a no sacar conclusiones precipitadas porque hay incógnitas por despejar que pueden alterar el resultado.

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También Sigma Dos se aferra a la prudencia. “Hay que tener en cuenta dos claves. La primera es si la abstención se distribuye de manera uniforme o si la desafección se concentra en partidos determinados. Eso podría modificar bastante la estructura de voto con oscilaciones de hasta cuatro puntos a favor y en contra de algunos partidos. La segunda cuestión clave es que, ante una bajada acusada de la participación, los partidos que logren retener más votantes, incluso aunque en términos absolutos pierdan votos, podrían subir en porcentaje”, explica Antonio Asencio, director de comunicación y estrategia de esta encuestadora. En los próximos días se producirá “una batalla muy fuerte por el relato”, vaticina, que impulsará a cada partido a culpar a otros de la vuelta a las urnas.

Otros analistas apuntan más claramente a un retroceso de la izquierda motivado por la falta de entendimiento a la hora de formar Gobierno. La empresa Ipsos divulgó este martes un estudio que cifra en el 60% el porcentaje de votantes que rechaza las elecciones. “Es probable que quienes no quieren que ocurra se planteen no ir a votar”, aventura Vicente Castellanos. Este experto de Ipsos recuerda que la baja participación suele indicar una escasa implicación del votante de izquierdas en un país donde los ciudadanos se definen mayoritariamente de centroizquierda. “El electorado de derechas se moviliza antes y de manera más disciplinada. Y en este caso tiene una fuerte motivación para ir a votar porque hay una opción de cambio”, destaca.

La firma que más claramente vaticina una penalización electoral para la izquierda es Celeste-tel. Su director, José Ramón Lorente, recuerda que, según el CIS, un tercio del electorado defiende un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos (otro 16% apoya esta fórmula también con fuerzas nacionalistas). Y advierte de que, al contrario que en 2016, cuando el electorado castigó en buena medida a Podemos, el reparto de responsabilidades puede ser ahora diferente. “La abstención en aquella ocasión perjudicó a Pablo Iglesias. Pero ahora en el seno de la izquierda se puede culpar tanto a uno como a otro”, reflexiona.

Trasvase entre partidos o entre bloques

El PSOE y Podemos, por haber sido los partidos que han negociado para intentar armar un Gobierno, y Ciudadanos, por haber rechazado cualquier opción de acercarse al PSOE aunque la suma de los dos partidos arrojaba mayoría absoluta, se perfilan como las formaciones más vulnerables ante las urnas. Las opciones del Partido Popular, en cambio, parecen más estables.

La duda es si el hipotético trasvase de votos o la abstención superarán la lógica de bloques. “El bloque de la derecha no registra grandes diferencias; el PP capta hasta un 25% del voto que pierden Ciudadanos y Vox”, pronostica el director de Celeste-tel. Este experto juzga poco probable que los votantes de Ciudadanos más moderados opten por el PSOE como opción de cambio.

Con el nuevo horizonte electoral, los analistas consultados se disponen a tratar de despejar estas incógnitas antes del 10 de noviembre.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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